jueves, 14 de mayo de 2015

EL ÚLTIMO VUELO DE MI VIDA

CORRECCIÓN DEL EXAMEN DE RECUPERACIÓN 2ª EVALUACIÓN


El último vuelo de mi vida
Salvador Sostres
4 ABRIL 2015. EL MUNDO

 
No iba en el avión de Düsseldorf, ni mi mujer, ni mi hija, y tengo por lo tanto todavía pendiente el último vuelo de mi vida. Me ha aliviado no haber tenido que escribir sobre el terrible accidente, pero he estado triste estos días. Triste de una tristeza introspectiva, triste por los momentos perdidos en discusiones estúpidas, triste por la atención prestada a asuntos que no la merecían, triste por las canciones aburridas, por los innecesarios rodeos y por la arrogancia narcisista de pasar días y días apesadumbrado en lugar de resolver de una vez la fricción o el conflicto y regresar presto a la gran pista de la vida con todos los trucos y toda la alegría. Triste por haber derrochado con insultante desprecio los dones del plenilunio.

Y he pensado que les debo algo a los que cayeron y a sus desconsoladas familias. Algo realmente bello y que guarde la verdadera proporción con la inmensa fortuna que he tenido. Hacer de cada amor el amor de mi vida. Notar el sol y agradecer su caricia. Convertir en algo expectante y maravilloso el último vuelo de mi vida. He establecido algunas prioridades un poco menos impulsivas. Volver a preguntarme qué me gusta, aunque sea al precio de que queden viejos algunos artículos. Hacer lo mismo pero no tan deprisa. Le he dicho a mi mujer que me parece bien tener un segundo hijo.

Demasiadas veces olvidamos que la vida es una ofrenda y que no tenemos derecho a nada. Demasiadas veces, y con demasiada vanidad, olvidamos el milagro sobre el que se sostiene nuestra fragilidad infinita. Hay una pertinaz conspiración Creadora para que la mayoría de nosotros continuemos con vida y tendríamos que ser un poco más agradecidos. […] Tenemos todavía tiempo, y la fuerza, y la alegría, para el último gran vuelo de nuestra vida. Vivámoslo con pasión, y hagamos de él una maravilla que dé esperanza a las generaciones futuras. Es por contraste que aprendemos a amar la vida. Que el relato de nuestra gesta explique la tristeza, y cómo de ella decidimos hacer mucho más amor y mucha más vida.

En un Viernes Santo como éste desde el que escribo, con el espanto del avión estrellado dando todavía vueltas en mi cabeza, te digo que somos hijos y padres del gran dolor del mundo y la tragedia es nuestro punto de partida. La Cruz está en el patio de jugar. Sólo los que entienden la libertad como un deber llegan a ser libres. Sólo los que entienden el amor como una deuda aman profunda y eternamente.

No hay que disimular la tristeza, ni sentirnos humillados por ella. Hay que llevar nuestras heridas en la piel para que todos puedan leer nuestros sueños. Somos lo que nos duele. Somos fundamentalmente nuestra tristeza y hay que bucearla hasta comprenderla. Entonces ser hombres consiste en emerger con ella convirtiendo el viejo dolor en amor para legarlo solemnemente a la Historia.


   I.  Comentario de texto

I.I. Establecimiento del tema del texto, breve resumen de su contenido y descripción y explicación del esquema organizativo –partes temáticas constitutivas del texto y articulación de estas-. (3p.)

Texto profundo el escrito por Sostres. Todo él gira en torno a una idea iluminadora muy interesante. Esta vertebración del texto hace de él un mensaje con sentido unitario, un mensaje coherente. Entendemos por coherencia la propiedad de los textos por la cual pueden ser percibidos como una unidad de significado y gracias a la cual están estructurados de forma lógica y ordenada. Trataremos de demostrar lo que acabamos de afirmar con el estudio de la coherencia estructural y de la coherencia temática.

La estructura externa del texto se compone de cinco párrafos. Hay que tener en cuenta que el texto no está completo –se nos presentan unos corchetes-, por lo que puede sufrir ciertos desequilibrios en su estructura. La información acerca de la publicación, autor y título viene al inicio del texto. El título vendrá recogido en las primeras líneas del texto y simboliza el sentimiento que embarga al autor.

A continuación realizaremos una esquematización del texto. En ella destacaremos las ideas principales, las secundarias y los tipos de argumentos con los que se apoya la tesis. Antes de proceder al análisis, hay que decir que este texto tiene un carácter especial. Es un texto argumentativo, sí, pero es muy subjetivo y pasional.

1. Introducción: (§1) La tristeza invade al autor por el accidente aéreo.
            1.1. Utiliza un argumento de causa: 5 causas de esta tristeza.
-        Muestran el contraste entre la superficialidad y la muerte dramática de los viajeros del avión.
-        Indican que no se puede estar rondando la tristeza, hay que afrontarla para seguir con la vida.

2. Cuerpo argumentativo: (§ 2, 3 y 4)
2.1. El autor les debe algo a los que han sufrido –víctimas y familiares-: vivir con agradecimiento porque sigue vivo.
-        Argumento de ejemplificación: Enumera seis ejemplos de la actitud que el accidente debe provocar en nosotros frente a la vida (valorar el amor que se tiene, agradecer el sol, hacer las cosas despacio…).
2.2. La vida es un don. Argumento de generalización indiscutible.
-        La mayoría seguimos vivos: agradezcámoslo.
-        Vivamos con pasión para dar esperanza a los demás.
-        Amemos la vida, haciendo de la tristeza amor.
2.3. El dolor es una realidad en nuestra vida. Argumento de generalización indiscutible.
-        Entender la libertad como deber es ser libre. Argumento de generalización indiscutible.
-        Entender el amor como deuda es amar de verdad. Argumento de generalización indiscutible.        

3. Conclusión: (§5) Aunque ya se incoa en las últimas líneas del párrafo tercero, aquí se sitúa la tesis –explícita-, a la que llega el autor después de exponer una serie de argumentos en torno al sentido del dolor. Se trata, por tanto, de un texto con estructura sintetizante. Se puede enunciar así: Ser persona es resurgir del dolor y la tristeza transformándolos en amor.
            3.1. La tristeza es humana. No nos afanemos en ocultarla, nos dignifica.


Una vez trabajada la coherencia estructural, pasamos ahora a describir de qué manera es coherente el texto temáticamente. Comenzamos con un resumen:

La tristeza me ha embargado estos días por el accidente aéreo. Sobre todo al ver el contraste entre mi vida superficial y el drama. Por eso pienso que les debo un homenaje a las víctimas: vivir con agradecimiento, siendo consciente de la maravilla de las pequeñas cosas. El problema es que no nos damos cuenta de que la vida es un don y deberíamos agradecerla más. ¿Cómo? Viviéndola con pasión para dar esperanza a los que vengan detrás. Sin embargo, nos topamos con la realidad del dolor, porque somos humanos. Solo el que entiende correctamente la libertad y el amor es capaz de asumir el dolor. En definitiva, ser hombre es ser capaz de vivir con el dolor, dándole un sentido al convertirlo en amor.

Es claro que todo el texto gira en torno al dolor y al amor. El autor trata de darle un sentido, intenta que la tragedia no nos arrastre a la desesperación, buscando un sentido a tanta desgracia. Podríamos enunciar el tema diciendo que el autor hace una “defensa del sentido del dolor a través de una vida vivida con libertad y amor”.

 Tema 1: el dolor, la tristeza.
            Rema 1: causas de la tristeza.
Tema 2: el amor-agradecimiento por seguir vivo.
            Rema 2: cómo agradecerlo.
Tema: el agradecimiento por seguir vivo.
            Rema 3: vivamos la vida de otra forma: dar sentido a la tristeza.
Tema 3: la realidad del dolor.
            Rema 4: la libertad y el amor explican el dolor.
Tema 1: el dolor y la tristeza: comprendámosla.
            Rema 5: convertirla en amor.

Observamos que se concatenan o alternan dos temas: la tristeza y el agradecimiento por la vida (más o menos). Tenemos, por tanto, una progresión temática lineal: se pasa de un tema a otro de forma lógica y coordinada.



I.II. Explicación y valoración de las ideas expuestas a partir de la cultura del alumno y de su conocimiento del mundo (1 p.).




II.  Cuestiones
II.I. Analice sintácticamente la siguiente oración: (2p)

Hay una pertinaz conspiración Creadora para que la mayoría de nosotros continuemos
-----  ----- -----------  ---------------- ------------- ------------ -- ----------- --- ------------ -----------------
 N.     ac.     mod.            N.                mod.        Nx.     ac      N.       e.       N.                N.
         ------------------------------------------------                 -------------------------------   ---------------
                     CD. (g.n.)                                                            SJ. (g.n.)                               PV
                                                                            -----------------------------------------------------------
                                                                                  Or. sub. advb. impropia FINAL
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
                                                                  O1



con vida y tendríamos que ser un poco más agradecidos.
----- ----- --- ------------------------- ---- ------ ------ ----------------
   e.   N.  Nx          N.                   ac.  mod. mod.      N.
-----------                                       -----------------------------------
   PV                                                        ATR. (g.adj.)
------------   --------------------------------------------------------------
O.s.a.i.                   PNom. (Sj. omitido nosotros)
FINAL
------------     -------------------------------------------------------------
O1                                               O2


Naturaleza del Predicado (NP): Oración compuesta coordinada copulativa
Oración 1: Oración compuesta, predicativa, activa, transitiva, impersonal (hay)
- Oración subordinada adverbial impropia final: oración simple, predicativa, activa, intransitiva, personal (continuemos).
Oración 2: Oración simple, copulativa, personal (tendríamos que ser).

Modalidad oracional (MO):
Oración 1: Enunciativas afirmativas las dos.
Oración 2: Exhortativa afirmativa.



II.II. Comente los aspectos más relevantes de la modalización en el texto. (2p)

Cuando un texto se adapta a la situación comunicativa en que se da, decimos que posee la propiedad de la adecuación. En este caso así sucede, pues Sostres escribe un artículo apropiado al canal —y sobre todo al contexto comunicativo—, acerca del reciente accidente aéreo. En su escrito, el autor tiene en cuenta también a los posibles receptores, empatizando con los que han sufrido y con los que hemos asistido desde el salón de nuestras casas a la tragedia.

Esta presencia del emisor en su texto es precisamente la modalización. En este apartado se trata de estudiar esta presencia y concluir si es mucha o poca, de acuerdo a una serie de modalizadores tanto gramaticales como semánticos.
Comenzamos con la descripción de la modalización epistémica. Esta consiste en el grado de conocimiento y seguridad que posee el emisor. Por lo que recoge el texto, parece que Sostres conoce bien lo que ha pasado, aunque no describe los hechos. El texto está lleno de expresiones asertivas que muestran un gran convencimiento de la idea principal del texto: “Demasiadas veces olvidamos…”, “no tenemos derecho a nada”, “te digo que somos hijos y padres de…”.

La modalización deóntica describe cómo el emisor tiene en cuenta la presencia de otros participantes de la comunicación. Desde luego, Salvador Sostres tiene muy presentes tanto a las víctimas como a sus familiares (deixis social), y por supuesto al receptor (deixis personal). Esto se puede observar a través de unas marcas concretas. Destacan especialmente las perífrasis de obligación y el uso del imperativo en la segunda mitad del texto: “tendríamos que ser”, “vivámoslo”, “hagamos”, “que el relato… explique”, “no hay que”, “hay que”. En este apartado destacamos la deixis personal y la social. En cuanto a la primera, el autor se dirige al receptor con la segunda persona del singular: “te digo que”. Además, usa con profusión la primera del plural de modo inclusivo. De esta manera, los lectores quedan atrapados en el discurso del emisor: “vivámoslo”, “somos hijos y padres”, “somos lo que nos duele”, etc. En cuanto a la deixis social, cabe decir que Sostres busca la cercanía afectiva tanto con las víctimas como con los receptores: “les debo algo a los que cayeron y a sus desconsoladas familias”, “que el relato de nuestra gesta explique...”.

Es en la modalización valorativa donde podemos estudiar con más detenimiento la presencia del emisor en su texto. En primer lugar porque realiza algunos juicios de valor sobre diferentes cuestiones: sobre su actitud ante la tragedia (“triste por la arrogancia narcisista de pasar días y días apesadumbrado…”), sobre el milagro de seguir vivo (“con la inmensa fortuna que he tenido”), sobre el milagro de vivir (“demasiadas veces, y con demasiada vanidad, olvidamos el milagro…”), etc.

La presencia del emisor se observa también a través de algunos modalizadores: utiliza la primera persona del singular en los dos primeros párrafos. Esto indica una marcada presencia suya en su escrito y potencia la modalización valorativa: “no iba”, “he estado”, “he pensado”, “les debo”, etc. Ya hemos anotado anteriormente los verbos modales. Señalamos la abundancia de léxico valorativo: abundan en los dos primeros párrafos los adjetivos calificativos (terrible accidente, discusiones estúpidas, tristeza introspectiva, canciones aburridas, inmensa fortuna, algo realmente bello…); también encontramos algunos sustantivos valorativos: maravilla, esperanza, pasión, tristeza, amor, dolor, etc. Y por supuesto, cuantificadores: demasiadas veces, gran dolor, profunda y eternamente. El texto tiene una gran fuerza emotiva que se consigue también a través de algunas figuras literarias: metáfora (El relato de nuestra gesta –por la forma en que vivimos-; La Cruz está en el patio de jugar); paradoja (solo los que entienden la libertad como un deber llegan a ser libres); metonimia (somos lo que nos duele).

Hemos constatado después de este análisis que estamos ante un texto muy modalizado, tanto epistémica, como deóntica y valorativamente. Destaca la presencia directa del emisor en su texto a través de la primera persona, así como la subjetividad presente mediante léxico valorativo.


II.III. Escoja una de estas dos cuestiones: (2p) El realismo mágico en La casa de los espíritus o Principales personajes de La Casa de los espíritus.

SOLO PARA INTELIGENTES

No me resisto a copiaros un artículo publicado a finales de abril. Para todos aquellos que NO ENTENDÉIS LA FILOSOFÍA o POR QUÉ LA ESTUDIAMOS: por favor, leed estas líneas y luego, si estáis convencidos, volved a protestar por tener que estudiar filosofía. Pero sabed que si protestáis, no sois más que parte de esa masa informe, estólida y cobarde que no se atreve a pensar por sí misma y que hace de este país una cuadra de retrógrados, atrasados, corruptos y aprovechados.

Mis queridos filósofos

En la filosofía canjeamos por ideas claras y distintas nuestras perplejidades. Sirve para defendernos de la banalidad y desenmascarar los discursos baratos, tramposos y fatuos de la mayoría de nuestros políticos

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EDUARDO ESTRADA
Ocurre a veces que uno necesita reconciliarse formalmente con la razón, días en que el mundo se vuelve opaco y el alma se siente huérfana de conceptos y anhelosa de armonía y claridad. Es el momento entonces de regresar a la filosofía. Y es que a veces el conocimiento intuitivo y emocional del arte y de la literatura empacha y cansa, quizá porque su empeño no es tanto esclarecer las cosas como enriquecerlas y, valga la paradoja, iluminarlas con nuevos enigmas, de modo que en la filosofía descansamos de ese oscuro entender y, por decirlo así, canjeamos por ideas claras y distintas nuestras perplejidades y vislumbres, como quien convierte su incierta mercadería en letras de cambio bien acreditadas.
Siempre he sido aficionado a la filosofía, y nunca me ha faltado un filósofo de cabecera. Cada momento ha tenido el suyo. Ha habido épocas de Nietzsche, de Ortega, de Spinoza, de Berkeley, de Heidegger, de Benjamin y Adorno, de Sartre y de Camus, y de tantos otros, y siempre de Schopenhauer, de quien nunca me canso, y por supuesto de Montaigne. De Montaigne me admira la suave y amena indagación que hace de sí mismo y de las cosas sencillas de su alrededor. Pocas veces nos dice nada que el lector no creyera haber pensado antes. La obviedad se convierte sin saber cómo en un hallazgo y en un don. Los pensamientos de siempre cobran en él el resplandor del primer día, y hasta sus muchas citas clásicas se nos revelan con toda la fuerza repentina de la novedad. De pronto descubrimos que todo en el mundo está por descubrir.

Otros artículos del autor

Así que uno es una especie de trotaconceptos, un vagabundo que en cualquier parte (un tratado de lo más sesudo, un artículo de periódico, una sentencia, hasta un refrán) encuentra hospedaje: es decir, encuentra el consuelo, y hasta la caricia maternal, de una idea que de pronto, como un relámpago en la noche, pone luz en el mundo. En cuestión de ideas, soy nómada. Apenas he conocido el placer de la creencia, y aún menos el de la militancia. Soy un viajero que hoy hace fonda aquí, y pide siempre el menú degustación, y que mañana continúa alegremente su camino. Como mero aficionado a la filosofía, me gusta además mi irresponsabilidad de lector, cosa que en la literatura me ocurrió solo en mis primeros años de juventud, cuando leía de todo, sin ley ni canon, y tenía tan buen apetito que no había libro o cómic al que le hiciera ascos. Por otra parte, yo suelo leer los textos filosóficos con cierto ánimo novelero, como si me contasen una historia cuyos personajes, héroes y malvados, son las ideas, y donde hay un argumento, un conflicto, una trama, una intriga, y hasta un desenlace desdichado o feliz. De filosofía, entiendo poco, y no aspiro a más, y en mis lecturas hace tiempo que renuncié a obtener cualquier botín teórico, lo cual me ofrece una levedad de lo más placentera. Vivo desde siempre en una alocada soltería filosófica.
Luego, otro día, resulta que te cansas y hasta reniegas de ese lenguaje y de esa luz, de esas pretensiones de alzar una torre de conocimiento tan alta como la de Babel, y regresas a la penumbra del arte y la literatura, y así vas, de los filósofos a los poetas, del razonamiento a la revelación, del no entender entendiendo al alivio, y acaso también al espejismo, de entender algo de una vez para siempre, y de reposar al fin en esa Ítaca tan inalcanzable que es la ilusión de la verdad. De las palabras que te guían a las palabras que te pierden.

Sin los autores estamos condenados a la ignorancia y a la palabrería: carne de cañón
Uno no sería ni la persona, ni el ciudadano, ni el lector y el escritor que es, sin la filosofía, sin esa fina lluvia de ideas, de pálpitos, de querellas intelectuales, de ecos dialécticos, que nos vienen del pasado y que se filtran en nuestra inteligencia y en nuestro corazón y que nos dotan de la clarividencia y el carácter necesarios para enfrentar críticamente el mundo y construir nuestra visión propia de la realidad, y que solo ahí, en ese gran río de conocimiento que es el legado de nuestros mayores, podemos encontrar. Esa es nuestra herencia, y no tenemos otra. En la filosofía (y, si se quiere, también en la literatura, que no es otra cosa que el patio de vecindad de las humanidades) está la llave de nuestra salvación como personas libres, lúcidas y mayores de edad.
Porque ocurre que del mismo modo que las facciones de nuestro rostro o las huellas de nuestros dedos son distintas, así también nuestro mundo interior y nuestra visión de la realidad son por fuerza exclusivos. Somos irrepetibles. Estamos condenados a ser originales. O mejor: en nosotros está la semilla de la originalidad, y de nosotros depende que caiga en buena tierra o que se agoste sin remedio. Pero para saber lo que valemos, y para lograr ser nosotros mismos, nos lo tenemos que ganar, y para eso es necesario un poco de soledad, de recogimiento, de esfuerzo, de lentitud… y de la ayuda de nuestros filósofos, de los de antes y de los de ahora, de los densos y de los ligeros, de los ceñudos y de los festivos, porque sin ellos estaremos condenados a la ignorancia y a la palabrería: carne de cañón.
Y he aquí que ahora, nuestros actuales gobernantes, no contentos con haber menoscabado la literatura en las escuelas, los libros en las bibliotecas y el teatro y el cine en las taquillas, han decidido también arrinconar a la filosofía, haciéndola meramente optativa, lo cual equivale a su extinción. ¿Qué muchacho, o qué padres de muchacho, van a elegir o a animar a elegir como asignatura la filosofía, que al fin y al cabo no sirve para nada, cuando se puede optar por otra materia más técnica y práctica, que acaso pueda servir para aspirar a un puesto de trabajo, por mísero que sea?

Solo una conjura explica la saña con la que los gobernantes persiguen a las humanidades
Triste país el nuestro. Trabajando cada cual para obtener sus pequeñas ventajas, nos estamos labrando entre todos la desdicha colectiva. Hoy sabemos ya que, en asuntos de educación, de ciencia y de cultura, el sueño de la Transición produjo, si no monstruos, sí figuras grotescas. Al cabo del tiempo, al cabo de tantos proyectos y sueños de regeneración, uno contempla el panorama social y comprueba que, tras la apariencia y el barniz de la modernidad, seguimos siendo el mismo país ignorante y atrasado de siempre. Queda una gran minoría ilustrada, cómo no, pero se antoja poco logro para las oportunidades históricas que tuvimos y que una vez más desperdiciamos. Diríase que hay una conjura para que estas cosas sean así. No de otro modo se puede interpretar el desprecio y la saña con que nuestros gobernantes persiguen a las humanidades en las escuelas y a la ciencia y a la cultura allá donde se encuentren. Como si hubieran recibido de ellas una afrenta que hay que vengar y reparar.
Seguimos, pues, como siempre en nuestra desdichada historia, a la espera de un Gobierno ilustrado, que crea de verdad en esa gran evidencia de que el progreso y la grandeza de un país se construyen por fuerza desde la educación. Algo que todo el mundo dice pero que nadie hace, quizá porque tampoco ellos, los mandatarios y demás malandrines, son amigos de la lectura y el estudio. Basta leer un par de horas a Montaigne, o cultivar el hábito de alternar, aunque sea solo de pasada, con nuestros queridos filósofos, para defendernos de la banalidad y desenmascarar y ponernos a salvo de los discursos baratos, tramposos, fatuos y hasta ridículos de la mayoría de nuestros políticos. Más que nunca, ante la ristra de elecciones que se nos avecinan, quizá esta sea la hora de regresar a la filosofía.
Luis Landero es escritor. Su último libro es El balcón en invierno (Tusquets).