jueves, 12 de febrero de 2015

ADECUACIÓN. TIPOLOGÍA Y MODALIZACIÓN



 EL PAÍS. 21 NOV 2013

 
Es lógico que estemos indignados (tal vez no lo suficiente) por el escándalo del espionaje, pero lo que no deberíamos estar es sorprendidos, como si acabáramos de descubrir que éramos observados. Tenemos derecho al enfado, por supuesto, pero no al asombro, porque ya deberíamos estar avisados de que esta era la lógica de internet. Nuestra reacción se merece aquel reproche de Nietzsche hacia quienes se pasan la vida sorprendiéndose al descubrir cosas que previamente habían escondido.
Este desconcierto se produce porque estábamos todavía en medio de la resaca de una precipitada celebración, que congregaba a muy variados festejantes en torno a diversas posibilidades prometedoras de internet. Unos se alegraban de que cualquiera podía expresar su opinión sin permiso de los directores de periódico o publicar un libro sin tener que someterse al filtro de los editores; otros aseguraban que la ciudadanía estaba a punto de despedirse de los partidos, las instituciones y sus representantes; hay quien celebraba la muerte de todos los secretos y el advenimiento de la transparencia total; nos creíamos que a partir de ahora íbamos a convertirnos en unos mirones, en unos observadores críticos que no eran vistos, que el saber iba a estar universalmente disponible y que todo se podía en adelante compartir.
Hemos pensado que informarse acerca del tiempo y las noticias, conectarse a una red social, comprar on line o enviar mensajes instantáneos era un auténtico chollo. Parecíamos desconocer que de este modo estábamos proporcionando información a cualquiera. Estar conectado equivale a proporcionar información acerca de uno mismo, de su localización y de sus acciones. Tras el escándalo desvelado por Snowden en torno al espionaje del NSA americano, se nos ha hecho patente la cara menos amable de un estado de cosas en cuya configuración habíamos colaborado […] Por eso se podría incluso sostener que el caso Snowden y el de Bradley Manning, en tanto que revelación de secretos, son una muestra de la capacidad autorreguladora de la democracia, un sistema político que sólo es posible allí donde termina por conocerse el trabajo de los servicios secretos... y el mensajero sobrevive. ¿Cabría imaginarse una revelación semejante en Rusia o China? No desaparecerá el espionaje, pero tendrá que ser más respetuoso con la legalidad y, sobre todo, más inteligente. Y es que al final espiar no sirve tanto porque no hace innecesarias las tradicionales relaciones de confianza que permitían una puesta en común de información que ahora aparece dañada. […]
Hace mucho tiempo que los servicios de inteligencia reconocen que cada vez se trata menos de acumular datos como de mejorar los filtros. El sociólogo Niklas Luhmann decía que la confianza era el principal reductor de la complejidad. Pero parece ser que en la National Security Agency circula el chiste según el cual "aquí solo creemos en Dios; a todos los demás los espiamos", o sea, que espían demasiado. Lo que Obama podía saber llamando directamente al teléfono de Merkel es más que lo que puede obtener pinchando su teléfono y socavando así la confianza entre ellos. La construcción de la confianza es nuestro gran desafío, también y principalmente en lo que se refiere a la seguridad.
Daniel Innerarity Catedrático de Filosofía Política, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y actualmente profesor visitante en la London School of Economics.


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TIPOLOGÍA TEXTUAL

Cuando un texto se adapta a la situación comunicativa en que se produce, entonces decimos que se trata de un texto adecuado. Esta propiedad de los textos —la adecuación— hace que el emisor tenga en cuenta el canal por el que va a emitir su mensaje, así como el receptor potencial, el contexto, etc.

En este caso, Daniel Inerariti escribe un texto pensado para un ámbito de uso público: el de los medios de comunicación social (diario El País). Este es su contexto. Por otra parte, la intención con la que parece escribirlo es la de argumentar que ante la facilidad de comunicación y falta de seguridad de los medios tecnológicos, el reto es generar confianza real para conseguir unas relaciones personales e internacionales correctas y seguras. Con esta argumentación, el texto pretende, por un lado informar al lector de las ventajas y desventajas de la red y por otro, orientar la opinión del lector y ordenar la conducta de las personas: es de todos conocida la falta de intimidad de internet, pero no por eso vamos a dejar de utilizarlo, al contrario, utilizándolo de modo respetuoso crearemos un clima de confianza propicio para las relaciones personales e institucionales. Por tanto, predomina en el texto la función conativa: “Es lógico que estemos indignados… pero lo que no deberíamos estar es sorprendidos” (l. 1y 2); “La construcción de la confianza el nuestro gran desafío…” (l. 33). También están presentes otras funciones comunicativas como la referencial, en el fragmento en el que describe los hechos de espionaje de Snowden y del NSA americano.

En cuanto al tono que mantiene el discurso, no cabe duda de que es reflexivo: hace continuas llamadas de atención al lector para que piense: “no deberíamos estar sorprendidos” (l.2); “tenemos derecho al enfado, pero no al asombro” (l.2); “Hemos pensado que informarse acerca del tiempo y las noticias (…) comprar on line (…) era un auténtico chollo”. Sin embargo, el autor no pierde la oportunidad de utilizar una fina ironía con la que nos hace cómplices a los lectores: “todos hemos sido muy ingenuos en el uso de internet, nos hicimos los tontos… no queramos ahora negarlo y aceptemos lo que hay”, parece decir Inerariti. Obviamente, la forma de elocución predominante es la propia de los artículos de opinión: expositivo-argumentativa. Por una parte se expone la realidad de la doble cara de la red y de los hechos delictivos de espionaje, dando datos precisos, nombres, situaciones, utilizando una modalidad oracional predominantemente enunciativa; por otro se argumenta que todo esto nos debe servir para reflexionar sobre la confianza.

Como todo artículo de opinión, pertenece al género periodístico y al subgénero de opinión. Casi con toda probabilidad se trata de una firma invitada adrede por la crisis que produjo el desvelamiento del espionaje de los EEUU a países de la UE, en concreto a Alemania. En estos casos, los medios buscan expertos que puedan hablar con más profundidad del tema. El artículo viene cortado, con lo que debía ser bastante más extenso y profundo.


MODALIZACIÓN

Cuando un texto se adapta a la situación comunicativa en que se produce, entonces decimos que se trata de un texto adecuado. Esta propiedad de los textos —la adecuación— hace que el emisor tenga en cuenta el canal por el que va a emitir su mensaje, así como el receptor potencial, el contexto, etc.

Vamos a estudiar la modalización del texto, es decir, la mayor presencia o ausencia del emisor en el mensaje que ha producido. Lo desarrollaremos atendiendo a tres puntos de vista. En primer lugar tratamos el grado de conocimiento y seguridad que tiene el emisor respecto al mensaje que emite, es decir, la modalización epistémica. Debemos decir que Inerariti parece buen conocedor de todo lo que afirma y que está al cabo de la calle de los hechos que expone, a tenor de los datos que ofrece (Snowden, el NSA americano); por otro lado, él es catedrático de Filosofía Política, perspectiva desde la que parece abordar los problemas que han surgido y lo hace con solvencia y seguridad. Esto se observa en las expresiones asertivas frecuentes en el texto: “es lógico que…” (l.1), “nuestra reacción se merece aquel reproche de Nietzche…” (l.1), “se nos ha hecho patente la cara menos amable de…” (l. 19), “lo que Obama podía saber... es más…” (l. 34).

Puesto que nos movemos en el ámbito de la adecuación, debemos tener presente de qué modo se tiene en cuenta al receptor de la comunicación en el artículo. En este caso, el emisor cuenta con él de manera clara. Lo observamos en el uso de las perífrasis de obligación, recomendaciones e imperativos: “no deberíamos estar sorprendidos” (l. 1), “nuestra reacción se merece aquel reproche…” (l. 4), “la construcción de la confianza es nuestro gran desafío” (l. 33).

En último lugar, tratamos la modalización valorativa, que hace más presente todavía al emisor en su mensaje. En este artículo encontramos varios juicios de valor sobre el fenómeno de internet, por ejemplo: “ya deberíamos estar avisados de que esta era la lógica de internet” (l. 4), “Y es que al final, espiar no sirve de tanto…” (l. 24). Sin embargo, esta modalización valorativa la encontramos más claramente en el uso de otros modalizadores que mostramos a continuación:

-        Empleo de una deixis personal aparentemente neutra (nosotros), pero que se convierte en una deixis social modalizada porque el autor se pone a nuestra altura y nos incluye en sus razonamientos y juicios a través de esa primera persona del plural: “Es lógico que estemos…” (l.1), “Hemos pensado que…” (l. 14), “…en cuya configuración habíamos colaborado” (l.19).
-        Empleo de la calificación de forma moderada pero muy contundente a través de léxico valorativo: “resaca de una precipitada celebración” (l.6), “posibilidades prometedoras” (l.7), “mirones” (empleo del sufijo valorativo, l. 12), “chollo” (l. 15). Como vemos, la calificación predomina en la primera parte del texto.
-        Encontramos también algunos verbos modales: de obligación, “deberíamos estar avisados” (l. 3), “sin tener que someterse” (l. 9); intelectivos que expresan opinión, “Parecíamos desconocer” (l. 15), “¿Cabría imaginarse…? (l. 23); probabilidad: “se podría incluso sostener” (l. 20).
-        La modalización valorativa en este texto está especialmente presente a través de un fino sentido del humor y de la ironía. La ironía impregna todo el primer y segundo párrafos. El texto está escrito en un tono condescendiente. El autor se incluye entre los “ingenuos” forofos de internet para que la crítica —que seguramente nos escocerá— nos resulte más suave. Además, incluye un chiste al final del texto quizá para rebajar el tono dramático que estaba cobrando en esas líneas.

Todos estos elementos nos llevan a concluir que el texto posee cierto grado de modalización. Es cierto que esta no es muy marcada. De hecho, por ejemplo, destaca una modalidad oracional enunciativa. Sin embargo, es suficiente para mostrar la intención del emisor y su presencia en el mensaje.