jueves, 4 de diciembre de 2014

Modernismo y Generación del 98

Estos dos movimientos artísticos se dan a la par, y comparten algunos rasgos, pero se diferencian en otros. Os facilito el enlace a un vídeo para que lo entendáis y unos breves apuntes.

El Modernismo

La concepción más restringida del concepto de Modernismo considera a este como un movimiento literario que se desarrolla aproximadamente entre 1885 y 1915. Tiene su cuna en Hispanoamérica y su principal impulsor y máximo representante es el escritor nicaragüense Rubén Darío.external image KARLT%2BBUERT.jpg
En España, el Modernismo conoce dos fases: el Modernismo polémico y el Modernismo domesticado. El primero comienza aproximadamente en 1892, con la llegada de Rubén Darío a España, y se extiende hasta 1904; esta es su época de esplendor. Después, cuando los autores modernistas ya ocupan un lugar central en el mercado editorial, atenúan la actitud provocadora y combativa que los había caracterizado en la primera etapa.
Las figuras más características del Modernismo en España son Manuel Machado, Villaespesa y Marquina. Ahora bien, hay tres importantes autores que estuvieron inicialmente en la órbita del Modernismo, pero que luego desbordaron sus cauces: Valle-Inclán, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.


3.1. Influencias

El Modernismo hispánico se halla fuertemente influido por la literatura francesa, en concreto por dos movimientos de la segunda mitad del siglo XIX: el Parnasianismo y el Simbolismo.
. El Parnasianismo está representado por poetas como Théophile Gautier o Leconte de Lisle. Los parnasianos defienden el ideal de el arte por el arte, instauran el culto a la perfección formal y pretenden construir una poesía serena, equilibrada (frente a la vehemencia romántica). Len gustan temas que serán después típicamente modernistas: la mitología griega, el exotismo oriental, las civilizaciones antiguas... 
. El Simbolismo es una corriente que arranca de Baudelaire y se desarrolla con Verlaine, Rimbaud y Mallarmé. Los simbolistas no se contentan con la belleza externa ni con la perfección formal (aunque no las desprecien), sino que quieren ir más allá de las apariencias. Para ellos, la realidad sensible encierra significaciones profundas y la misión del poeta es descubrirlas; se sirve, para ello, de símbolos, esto es, de imágenes físicas que sugieren algo no perceptible físicamente (una idea, un sentimiento...). Se trata, en suma, de una poesía que se propone sugerir todo cuanto está oculto en el fondo de las cosas. A este arte de la sugerencia no le convienen ya las formas escultóricas, cinceladas, que perseguían los parnasianos, sino un lenguaje musical. 

También se advierten en los modernistas huellas de la literatura española, fundamentalmente de los poetas postrománticos: Bécquer y Rosalía de Castro. 

3.2. Temas

La temática del Modernismo apunta en dos direcciones: la que atiende a la exterioridad sensible (lo legendario y lo pagano, lo exótico, lo cosmopolita) y la que apunta a la intimidad del poeta, con su vitalismo y su sensualidad, pero también con su melancolía y angustia. Pues bien, a partir de este último aspecto puede explicarse la unidad temática de la literatura modernista.

1. Desazón “romántica”. Son notables las afinidades de talante entre románticos y modernistas: vemos análogo rechazo de una sociedad en la que no encuentra lugar la poesía y parecida sensación de desarraigo y de soledad. La melancolía (a veces, la angustia) es un sentimiento central. Es sintomático de este talante la presencia de lo otoñal, lo crepuscular, la noche.
Además, la crisis espiritual que alimenta a los modernistas les lleva a exaltar por encima de la razón las pasiones y lo irracional; el misterio, lo fantástico y el sueño vuelven a poblar los poemas.

2. Escapismo. Como el romántico, el modernista se evade del mundo con el que está en desacuerdo. Hay una evasión en el espacio (se trata del conocido exotismo de la literatura modernista, cuya aspecto más notorio es el gusto por lo oriental). Y hay también una evasión en el tiempo (hacia el pasado medieval, renacentista, dieciochesco) que es fuente de evocaciones históricas o legendarias. En la misma línea se sitúa el gusto por la mitología clásica, con su brillantez y su sensualidad pagana.
De acuerdo con tales preferencias, aparecen por los poemas dioses, ninfas y centauros; vizcondes y marquesitas; Pierrots y Colombinas; mandarines y odaliscas. Es un mundo de pagodas, de viejos castillos, de salones versallescos y de jardines perfumados; un mundo con cisnes y libélulas, flores de lis y flores de loto, marfil, jades y perlas Todo ello obedece a la necesidad de soñar mundos de belleza en los que refugiarse de un ambiente mediocre.

3. Cosmopolitismo. Es un aspecto más de la necesidad de evasión, del anhelo de buscar lo distinto. Ese cosmopolitismo desemboca, sobre todo, en la devoción por París, inspiradora de muchos versos modernistas.

4. Amor y erotismo. Se advierte un contraste entre un amor delicado y un intenso erotismo: así, por un lado, encontramos muchas manifestaciones de un amor ideal, imposible, acompañado casi siempre de melancolía; por otro, vemos también numerosas muestras de un erotismo desenfrenado, que unas veces pueden interpretarse como un desahogo vitalista ante las citadas frustraciones y que en otros casos enlazan con las actitudes asociales y amorales características del espíritu modernista.

5. Los temas americanos y lo hispánico. Hay también en el Modernismo hispanoamericano un cultivo de temas indígenas. Al principio es una manifestación más de la evasión hacia el pasado y sus mitos, pero más tarde obedece al anhelo de buscar las raíces de una personalidad colectiva. Y esa misma búsqueda de raíces explica la presencia de los temas hispánicos en ese periodo. 


3.2. La estética modernista. El lenguaje y la métrica

El Modernismo profesa un culto casi religioso a la Belleza. La poesía se considera el arte supremo y se concibe como la búsqueda de la armonía, de lo absoluto. Las principales características son las siguientes:

1. Literatura de los sentidos. Los poetas pretenden sugerir con las palabras las sensaciones que otras artes consiguen a través del sonido, el color o la luz. Por ello aluden frecuentemente a instrumentos musicales (arpas, liras, flautas) o a colores, sea directamente, sea por medio de objetos preciosos (azul, violeta, rubí, zafiro); o recrean olores exquisitos, generalmente insinuados por medio de flores y plantas (nardos, jazmines, sándalo).
Observamos dos direcciones: la de la brillantez y los grandes efectos y la de lo delicado y delicuescente. Así ocurre con los efectos sonoros: encontramos desde los acordes rotundos (la voz robusta de las trompas de oro) hasta la musicalidad lánguida (iban frases vagas y tenues suspiros / entre los sollozos de los violoncelos); o, también, con los efectos plásticos: desde lo brillante (amor lleno de púrpuras y oros) hasta lo tenuemente matizado (diosa blanca, rosa y rubia hermana).

2. Recursos estilísticos. Los modernistas se sirven de todos aquellos recursos que se caracterizan por su valor ornamental o su poder sugeridor.
Los frecuentes recursos fónicos responden al ideal de musicalidad: así, los simbolismos fonéticos (las trompas guerreras resuenan), la armonía imitativa (está mudo el teclado de su clave sonoro) o la simple aliteración (bajo el ala aleve del leveabanico).
El léxico se enriquece con cultismos, neologismos, vocablos exóticos, acumulación de palabras esdrújulas, adjetivación ornamental, etc.: unicornio, gobelinos, pavanas, ebúrneo cisne, sensual hiperestesia...
La preeminencia de lo sensorial se manifiesta en el abundante empleo de sinestesias: verso azulrisa de orosones aladossol sonoro...
Destaca asimismo la riqueza de imágenes: Nada más triste que un titán que llora, / hombre montaña encadenado a un liriola libélula vaga de una vaga ilusióny la carne que tienta con sus frescos racimos...

3. Variedad métrica. Se experimenta con estrofas, versos, acentos y rimas en la búsqueda incesante de originalidad y ritmo musical. Típicos versos modernistas son los alejandrinos, los dodecasílabos, los eneasílabos y también los versos libres. En cuanto a las estrofas, predominan los sonetos más diversos, las silvas, los serventesios y, dado el interés por la lírica popular de muchos de estos poetas, las coplas, seguidillas, romances y cuartetas.



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